El 25 de abril de 1911, la lavandera Luigia Quirico acudió al bosque en busca de leña. Pero allí
se encontró con una escena macabra: el cadáver de un hombre que se había practicado un
haraquiri. La sangre aún brotaba de su cuerpo. No sólo se había abierto el vientre, también
sangraba por el cuello. Lo terrible es que aquel hombre resultó ser Emilio Salgari, el famoso
escritor de aventuras. ¿Qué había pasado para que uno de los padres de la literatura de
aventuras acabara así?
Emilio Salgari está cansado. Física y mentalmente. Es 1909 y, de vez en cuando, se permite el
lujo de dejar de trabajar durante unas horas para ir a pasear por el río. Allí conoce a Angiolina,
una joven que quiere aprender de él los secretos de la escritura. El padre de los héroes es, sin
duda, una de las personas que más admira y con la suYiciente experiencia para ser el mejor
maestro.
Pero la vida de este escritor que goza de un gran éxito entre sus lectores no es tan bonita o
idílica como podría parecer desde fuera. Angiolina y Salgari se van haciendo amigos,
convierten los paseos en una rutina, y la fachada que rodea al escritor va cayendo. La alegría
de aquel joven periodista apasionado por el ciclismo y la esgrima que aYirmaba haber
navegado por los mares de medio mundo se ha esfumado. Ahora se irrita con facilidad, es un
esclavo del trabajo que pasa sorprendentes penurias económicas, no se encuentra a gusto en
ninguna parte, tiene achaques Yísicos, su mujer está cada vez más cerca del abismo y él no
puede hacer nada por evitarlo.
Emilio Salgari |
Un coro de testimonios formado por periodistas, médicos, amigos, vecinos e hijos del escritor
reconstruye la vida del padre de Sandokán y del Corsario Negro. Vivió entre Verona, Venecia,
Génova y Turín. Fue nombrado Caballero por la reina Margarita. Tras algunas desilusiones
sentimentales, se casó con una actriz de teatro, Ida, y tuvieron cuatro hijos. Su vida estuvo
estrechamente ligada a las pasiones de una época abocada a los desaYíos tecnológicos: el
automóvil, el cine, los viajes en globo, los primeros aviones, la Exposición Universal que
conmemoraba los cincuenta años de la Unidad de Italia…
Era un mundo para el que él no estaba preparado. Acabó desencantado con la vida y perdió
toda esperanza. Y así, la mañana del 25 de abril de 1911, con su mujer ingresada en un
manicomio público porque no se podían permitir una residencia privada, decidió salir de casa
con su bastón y subir a la colina. Allí puso Yin a su vida con un suicidio digno de alguno de sus
personajes cumpliendo el destino paradójico de un hombre, prisionero de los mundos que él
mismo había creado.
Disponible en LIBRERÍA SORIANO: "El último viaje del capitán Salgari", Ernesto Ferrero. Ático de los Libros 2012. 240 págs. 18'50€
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