lunes, 26 de marzo de 2012

Librerías valencianas con mucha historia

Alfons García. Publicado en El Levante EMV (23/03/2012)

No hay librería que no esté repleta de historias. Estas llenan sus estanterías. En algunas, además, sus paredes están impregnadas de historia, aunque los ladrillos no sean los mismos porque se han tenido que mudar de local. Son librerías que nacieron cuando no existían las grandes superficies (de venta, se entiende), no habían aterrizado las cadenas comerciales de acento internacional ni las tendencias alternativas ensayaban maridar los libros con otras ofertas (café, restauración, conciertos) en la misma tienda. El tiempo se llevó por delante a muchas. Algunas resisten, fieles a su identidad independiente y a su trabajo desde el primer día: vender libros, que es algo más romántico que hacer simplemente negocios.

Dejando al margen librerías especializadas y las de viejo —capítulo aparte merecen—, la historia del libro en Valencia en el siglo XX no se entiende sin 3i4. El establecimiento abrió en 1968 y la inauguración se hizo coincidir con la presentación del primer volumen de las Obres Completes de Joan Fuster. Toda una declaración de señas de identidad.

El ensayista era, precisamente, uno de los socios fundadores, junto a Eliseu Climent; la mujer de este, Rosa Raga —alma mater, de verdad, de la librería—; la familia Senent y Santiago Ninet. El local estaba entonces en Pérez Bayer 7 y era foco habitual de noticias de sucesos. Uno de los años más negros fue 1973, con un atentado con bomba y otro con cócteles molotov. Pero los ataques, recrudecidos cuando la batalla de Valencia tomó la calle (entre 1977 y 1982) fueron una constante, especialmente en este primer local, pero también en el segundo (en el número 11 de la misma calle, a partir de 1983), cuando el conocido editor y su mujer se quedaron como únicos titulares. Incluso en 2006, poco antes de cerrar en aquella sede, queda memoria gráfica del último ataque de la extrema derecha.

Hoy, 3i4 ya no es una entidad independiente. El citado año fue donada a Acció Cultural del País Valencià y cuenta con un espacio en el Octubre Centre de Cultura Contemporània. Más años, pero menos sobresaltos dramáticos, tiene en su historia Librería Soriano, creada en 1947 en una esquina de la avenida Fernando el Católico. Aunque antes, el abuelo de Chelo Soriano, la actual propietaria, ya empezó a vender ejemplares en un quiosco que estaba en medio de la avenida. El negocio creció en 1984, cuando se abrió la actual tienda (casi 700 metros en la calle Xàtiva, en pleno centro de la ciudad). Sin embargo, poco después vino la decadencia de las librerías de barrio, las de fondo, y hace unos años el primer establecimiento cerró. "Fue una lucha grande. Era la niña de los ojos de mi padre y no pudimos sentarnos y mirar fríamente los números hasta que él murió", explica Chelo. Por su ubicación, la mayoría de la clientela es de paso, pero no faltan los conocidos de muchos años.

Librería Soriano, en el 15 de la calle Xàtiva de Valencia
Entre los libros flotan los recuerdos, como cuando un imán, "o eso decía que era", estuvo pasando a menudo porque en la sección de libros de religión tenían el Corán al alcance de cualquiera e incluso lo manipulaban las dependientas, mujeres. "Ahora sonreímos, pero entonces…". Entonces era a finales de los noventa.

Chelo Soriano recuerda también la trastienda oculta del local de Fernando el Católico, donde "estaban los libros prohibidos, solo para clientes bien conocidos". Una experiencia similar relatan Cristina y Óscar Campos Caudé —reflejar el segundo apellido no es aleatorio, porque la fundadora de la Librería Viridiana fue su madre, Teresa Caudé, fallecida hace unos meses— junto al panel que firmó el Equipo Crónica para la tienda, abierta el 15 de octubre de 1968 en el pasaje Artis (hoy desaparecido dentro de una franquicia de ropa).

Por entonces, un best seller llegó a ser el Libro rojo de Mao, que vendían en 'la cueva' oculta junto al sótano, donde estaban los libros prohibidos y donde Max Aub celebró un encuentro con estudiantes en 1969. Las visitas de los censores son otro recuerdo familiar de aquellos años. Pintadas o amenazas de bomba —tenían una sede de la extrema derecha al cruzar la calle— estaban además a la orden del día.

Pero el compromiso cultural no es cosa única de la capital. Un caso emblemático es el de Llibreria La Costera, nacida en 1976 en Xàtiva entre el magma de los movimientos predemocráticos contra la dictadura y en defensa de la lengua propia. El mismo día de una de las bombas más sonadas en 3i4, esta tienda también sufrió una. "Pintadas de cruces gamadas o llamándonos ´putos catalanistas´ las hemos tenido hasta hace tres años", apunta Cristina Poveda, que lleva en la casa desde que abrió. El contrapeso en la memoria, añade, son las visitas de Fuster —pese a que no hacía presentaciones—, Ovidi Montllor o Vicent Andrés Estellés. Como cambian los tiempos, sonríe al contar cómo hace unos meses el teléfono móvil de un cliente sonó con los compases del Cara al sol. "Todos nos miramos, pero ninguno dijo nada. Me gusta, porque da idea de la pluralidad actual".

En la capital, de nuevo, París-Valencia es una de las librerías más visitadas de las últimas décadas. Existe como tal desde hace 46 años, explica Ana Olivert, aunque antes su padre ya cambiaba novelas de vaqueros en un local de Russafa. El hueco al libro de ocasión y a las ofertas junto a las novedades es la marca de la casa que continúa vigente. La sede la calle Pelayo es la histórica, la primera, aunque la librería —una empresa aún familiar— tiene ahora otros tres establecimientos en la ciudad. El publico es fiel, afirma Olivert, aunque el perfil es distinto: si antes se demoraban en la tienda mirando y tocando "hoy saben al entrar lo que quieren". Consecuencias de la "sociedad de la inmediatez", coincide Óscar Campos.

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