jueves, 28 de julio de 2011

'Maulets', 'botiflers' y un testigo

Federico Simón. EL PAÍS

Cuando Joan Baptista Basset i Ramos, un general del ejército del Archiduque Carlos nacido en Alboraia, entró en Valencia el 16 de diciembre de 1705 liderando las tropas austracistas, allí estaba para ser testigo de ese momento de la historia José Vicente Bonaventura, hijo bastardo de un Grande de España y una esclava morisca, pero nacido sobre todo gracias a la fértil imaginación del escritor y periodista Carlos Aimeur. Y cuando el propio archiduque, aspirante al trono español en guerra con el candidato borbónico, Felipe de Anjou, se instaló en Valencia, Bonaventura también vivió en primera persona la convulsión de las calles atestadas de soldados ante la euforia de los maulets y la desazón de los botiflers. Y cuando el obispo Isidoro Aparici Gilart pactó el 8 de mayo de 1707 la entrega de la ciudad para evitar su destrucción con el duque de Berwick, también se las apañó Bonaventura para estar allí.

"Bonaventura. Sangre, cólera, melancolía y flema" (Alupa Editorial, 2011), que así se llama la primera novela de Aimeur (Valencia, 1972), es por tanto un repaso en forma de novela histórica a la Valencia durante la Guerra de Sucesión Española tras la muerte de Carlos II. Un texto profusamente documentado a mitad de caballo entre novela negra y relato de aventuras que describe con el rico lenguaje de aquella época adaptado a tiempos modernos las calles, los edificios, el ambiente de plazas y tabernas, los usos de los habitantes y hasta el olor de la ciudad.

Entre misa solemne y revuelta callejera, entre representación teatral y persecución de un asesino en serie, en el texto cobran vida el Hospital de Inocentes, la Catedral, la Casa de la Inquisición, las Torres de Quart o el Quemador en el que ardían los herejes. Y además, la obra está poblada de numerosas figuras históricas reales, que hasta participan de la ficción, como el obispo Antonio Folch de Cardona, que al principio se negó a recibir a los austracistas, o el padre Tomás Vicente Tosca y su Academia, el club de Novatores que constituyó a finales del XVII un germen preilustrado.

"El siglo XVIII es un siglo cojonudo, es el tránsito del Barroco a la Ilustración, es cuando se impone la razón, aparecen los grandes pensadores, se gesta el modelo de sociedad que tenemos ahora, surgen las grandes democracias actuales", asegura entusiasmado, durante un paseo por los escenarios de su novela, Aimeur, actual jefe de prensa del Instituto Valenciano del Audiovisual y la Cinematografía-La Filmoteca y que durante 15 años ejerció el periodismo, en su última etapa como responsable de Cultura de El Mundo.

Aimeur explica que en su novela, una especie de "mirada de reojo a la historia", recoge, adapta y hasta toma prestados numerosos textos de eruditos de la época, desde los dietarios de José Vicente Ortí (otro protagonista en la ficción junto a su hermano Marco) hasta la narración manuscrita del propio Gilart. Incluso el famoso plano de Valencia elaborado con precisión por Tosca reclama sus líneas en una narración que también sorprende al mostrar que, entre los plebeyos, "la vida sexual era muy animadita".

La novela, que recibió el Premio Ciudad de Valencia de 2007, huye, reconoce Aimeur, de tomar partido entre austracistas, que llegaron jaleados con la esperanza, "una promesa electoral", de bajar los impuestos, y borbones, "centralistas", aunque "trajeron la ilustración". En cuanto a la pérdida de los Fueros o la represalia en Valencia, el autor añade: "Los españoles somos rencorosos".

Y para el que se quede con ganas de más, Aimeur promete nuevas aventuras de su Bonaventura junto a otro histórico de carne y hueso, el militar inglés Diego (o James) Stanhope.

Disponible en Librería Soriano: "Bonaventura. Sangre, cólera, melancolía y flema", Carlos Aimeur. Alupa 2011. 363 págs. 24'00€

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